No es lo mismo ser mujer que ser hombre, no es lo mismo ser niña que ser niño. Según un estudio reciente de la ONG Ayuda en Acción, siete de cada diez pobres del mundo son mujeres, y las mujeres no tienen los mismos derechos y oportunidades que los hombres. Celebramos el Día Internacional de la Mujer el 8 de marzo, y más de un siglo después de que se proclamó por primera vez el día, todavía hay muchas razones para seguir luchando. La República de Kenia es un ejemplo que en algunos casos nos obliga a ponernos las gafas moradas y centrarnos en temas específicos de Kenia. La constitución de Kenia contiene muchas leyes que discriminan a las mujeres. Por ejemplo, toda mujer casada debe obtener el permiso de su esposo para obtener una identificación nacional o pasaporte.
A veces, las mujeres no pueden heredar o poseer tierras o propiedades. Según CREAW, las mujeres en Kenia son discriminadas principalmente a nivel de educación, salud y economía, que son los tres pilares para que toda persona disfrute de una vida digna. En cuanto a la educación, aunque la escuela primaria es gratuita, las normas culturales impiden que muchas niñas asistan a la escuela, ya sea porque sus familias no creen que deban ir a la escuela o porque la educación sobre el VIH/SIDA se ha detenido. La vida de su padre y de su madre les pertenece, y es su responsabilidad cuidar de sus hermanos y hermanas.
Esto se debe a la violación de los derechos humanos de muchas mujeres que buscan atención en salud reproductiva. La práctica tradicional de la mutilación genital femenina (MGF) es practicada por ciertos grupos o grupos étnicos y aún se practica, especialmente en las zonas rurales. En promedio, el 75% de las mujeres kenianas han sufrido mutilación genital femenina. En la tribu Kikuyu, una de las tribus más grandes de Kenia, muchas niñas son iniciadas en una casa de brujería al mismo tiempo. En países como Somalia, Etiopía, Kenia, Sudán, Ghana, Senegal, Nigeria, Benin, Sierra Leona, Egipto y Burkina Faso, 3.000.000 de niñas son asesinadas cada año por esta antigua práctica, matando al 90% de ellas. Según UNICEF, se espera que más de 30 millones de niñas se vean afectadas en la próxima década.
Sin embargo, no queremos pintar un panorama sombrío del estado de las mujeres y las niñas en Kenia. En general, Kenia es uno de los países que más ha avanzado en esta lucha: si el 38 por ciento de los kenianos experimentó la deforestación hace diez años, hoy el 27 por ciento la sufre. Finalmente, en 2011, Kenia aprobó una ley que prohíbe la mutilación genital femenina, castigando a los perpetradores con tres años de prisión y una fuerte multa, así como cadena perpetua si la niña muere después del procedimiento. Algunas historias de éxito nos inspiran a creer que otro mundo es posible. Tome la notable vida del activista Kakenya Ntaiya, por ejemplo.
Su familia había arreglado el matrimonio y planeaba circuncidarla cuando solo tenía cinco años, pero convenció a su padre para que no la obligara a abandonar la escuela y ganó una beca para estudiar en los EE. UU., donde se dio cuenta de la difícil situación de las mujeres en su país y decidió regresar a Kenia para cambiar la situación en su pueblo de Enusaen. Nteja estableció una escuela allí no solo para educar, sino también para proteger a las niñas de las tradiciones maasai de circuncisión y matrimonio infantil. La vida será diferente para las ciento veinticinco niñas de su academia, quienes a su vez tendrán un impacto en sus comunidades y seguirán cambiando las cosas. Además, en 2005, Agnes Pareijo, una mujer maasai que en su momento fue circuncidada, fue homenajeada por su trabajo en el centro que dirigía en Naroka (suroeste de Kenia), y fue reconocida como «Mujer del Año» por Naciones Unidas. La organización de derechos de la mujer más destacada del país, Maendeleo Ya Wanawake («desarrollo de la mujer» en swahili), comenzó como una ONG durante la era colonial, pero ahora opera como un partido político.
Nuestro trabajo en Más por Ellos también tiene como objetivo cambiar la vida de las niñas mejorando la calidad de la educación que reciben a través de nuestros proyectos patrocinados en Kibera. Esta batalla no se puede ganar solo con la ley, hay que utilizar todas las estrategias: educación, concienciación…etc. En cuanto a los niños, tener niñas en la escuela no solo cambia la vida de cada persona, sino que tiene un efecto dominó que cambia la sociedad: niña a niña, comunidad a comunidad y un mundo que será un lugar mejor para todos. Para todos.